Polvo de carbón, la amenaza para el ambiente y la salud con la que conviven 1,5 millones de personas en una zona de la Provincia de Buenos Aires

Un grupo de investigadores del Conicet relevaron los datos disponibles de partículas en el aire de las tres localidades donde funciona el polo petroquímico de Ensenada-Berisso.

LA NACION

Fabiola Czubaj – 07/04/2022 – La Nación

Hay alrededor de 1,5 millones de bonaerenses que conviven desde hace años con una amenaza para su salud sin información ni alertas para tomar cuidados: un polvillo negro en el aire que vecinos del Gran La Plata refieren que causa irritación ocular, problemas respiratorios y cae sobre los cultivos de las quintas y los bebederos de animales de la zona.

Una red de científicos del Conicet que relevó los datos históricos de calidad del aire alrededor del Polo Petroquímico de Ensenada-Berisso advierte que faltan datos sobre la contaminación ambiental para alertar en tiempo real a la población, hay que determinar las fuentes de ese polvo de carbón de coque que afecta su calidad de vida y es “urgente” implementar la vigilancia de las enfermedades potencialmente asociadas con las actividades del polo industrial.

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10 mitos y dudas sobre los parásitos en los pescados

Científicos del Conicet piden tener cuidados especiales en las preparaciones con pescados crudos, como el sushi y el ceviche.

Vanesa López – 07/12/2021 6:00 – Clarín.com – Buena Vida

La merluza, la corvina, el sábalo y el pejerrey son algunas de las especies de pescados más comunes de Argentina. Pero debemos tener algunos cuidados durante la compra, refrigeración y cocción.

De eso trata el libro “Parásitos en peces de consumo de Argentina”, que acaba de lanzar la Red de Seguridad Alimentaria del CONICET en conjunto con el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.

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PARÁSITOS EN PECES DE CONSUMO DE ARGENTINA

Lanzamiento del Libro “Parásitos en peces de consumo de Argentina”

Fue realizado por el grupo ad hoc “parásitos en productos pesqueros” de la Red de Seguridad Alimentaria del CONICET en conjunto con el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Es fundamental para el sector pesquero y la Salud Pública.

Publicado el 26 de noviembre de 2021

En un encuentro virtual, fue lanzado el Libro “Parásitos en peces de consumo de Argentina”, realizado por el grupo ad hoc “parásitos en productos pesqueros” de la Red de Seguridad Alimentaria (RSA) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en conjunto con la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Un grupo de casi 30 investigadores y expertos en la disciplina, de diferentes institutos y puntos geográficos del país trabajaron en un libro que abarca todas las especies comerciales de la Argentina, tanto de agua dulce como salada. El mismo está apuntado tanto al sector industrial (frigorífico, pesquero y acuicultura), como al sector de pesca artesanal, cocineros y consumidor final. Es un libro de aplicación práctica para la Salud Pública.

 

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Carne argentina, carne sustentable

“Carne argentina, carne sustentable”, un informe que releva el nivel de la sustentabilidad actual de la ganadería argentina

Coordinados por la Red de Seguridad Alimentaria del CONICET, un grupo de 45 especialistas de distintos organismos de ciencia y técnica y universidades nacionales han realizado un informe sin precedentes.

Publicado el 8 de noviembre de 2021

Presentado recientemente por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), el informe “Carne Argentina, Carne Sustentable”, posee una gran relevancia en el contexto mundial de la producción de alimentos y el cuidado del medio ambiente donde el foco está en el diseño de estrategias de mitigación y adaptación del cambio climático y en la generación de valores locales de referencia.

El desarrollo ha creado una nueva interacción entre las personas, los animales y el medio ambiente donde la salud se encuentra irremediablemente interconectada por lo que sin lugar a dudas esta estrecha interrelación con los animales y sus productos constituyen factores críticos de riesgo y requieren una nueva visión integradora de la Salud pública, animal y de protección del medio ambiente , una salud (the One Health initiative).

Como consecuencia la emergencia y reemergencia de enfermedades que afectan la producción y los alimentos, el mundo científico, los organismos internacionales y las autoridades sanitarias han redescubierto los principios de “una Salud” iniciando una etapa de transformaciones para poder enfrentar con éxito estos desafíos y los que vendrán y hacer posible la “Seguridad alimentaria” de la población que implica el concepto de cadena alimentaria “del campo al plato” y la articulación de las distintas disciplinas científicas involucradas en busca de una salud sustentable para todos: humanos, animales y ecosistemas.

Según el informe, la ganadería argentina tiene un bajo nivel de emisiones de efecto invernadero a nivel internacional, ya que representan solo 0,15% del total del planeta. Además, en el informe se remarca el compromiso y la responsabilidad que deben mostrar todos los sectores productivos respecto del cuidado de nuestro planeta y de su preservación para las futuras generaciones.

Una herramienta fundamental

“Carne Argentina, Carne Sustentable”, constituye una herramienta fundamental para el análisis de la sustentabilidad de una de las cadenas más virtuosas de la economía nacional. Según el Dr. Miguel Ángel Taboada, uno de los 45 especialistas convocados por la Red de Seguridad Alimentaria (RSA) del CONICET que es investigador principal del Consejo en el Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), explica: “Se trata de un estudio interdisciplinario, donde hubo muchas opiniones diversas. El estudio fue muy abarcativo con temas discutidos en un lenguaje accesible a un público alejado del sector rural, pero a la vez profundo”.

El estudio se dividió en cuatro subgrupos: En el Subgrupo 1 se analizaron los sistemas productivos de pasturas y pastizales, en el Subgrupo 2, la competitividad asociada a acciones basadas en la sustentabilidad, en el Subgrupo 3 el impacto ambiental de la cadena de producción de ganado y carne bovina; el Subgrupo 4, coordinado por el Dr. Ernesto Viglizzo, investigador jubilado del CONICET, -del que forma parte Taboada- estudió las emisiones de gases del efecto invernadero. El balance y la huella de carbono, y el Subgrupo 5 estuvo dedicado al impacto y tratamiento de efluentes en la cadena de producción de carne y ganado bovina”.

Se llevó a cabo un análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas (i.e. análisis FODA) de la ganadería argentina. “Este análisis FODA debiera ser un instrumento fundamental para usar por los funcionarios y tomadores de decisión de políticas públicas de la Argentina, pues fue generado por integrantes de su sistema de ciencia y técnica y también representantes de la cadena productiva. Esta conjunción de visiones e intereses es una fortaleza del estudio. De alguna forma todos hemos aprendido uno del otro”, señala Taboada.

Recomendaciones para mejorar la productividad y mitigar el impacto ambiental

En referencia a las recomendaciones que se mencionan en el informe, Taboada que es especialista en suelos y emisiones de gases efecto invernadero, señala: “Sin duda son todas importantes pues de hecho fueron el resultado de un análisis de todo el estudio. A título personal, creo que hay algunas que son básicas o prioritarias, como la necesidad de mejorar las eficiencias productivas de toda la cadena en el país, a fin de “diluir” los eventuales impactos ambientales y climáticos. Existe en la Argentina una enorme disparidad de situaciones en cuanto a eficiencias productivas”.

En segundo lugar, y en relación con la parte especifica donde ha actuado el especialista, sostiene: “Creo que no debe confundirse a la modalidad de producción de la Argentina, con una cría vacuna basada en pastoreo de pastizales y pasturas, con la de otros países con climas diferentes, donde la totalidad (o mayor parte) del ciclo es bajo techo, por razones principalmente climáticas. En este tipo de manejos de ganado no es posible, o no existe, la posibilidad de secuestrar carbono en los suelos bajo pastoreo, cosa que si es posible en todos los sistemas del Mercosur”.

Y concluye: “A menudo, cuando se cuestiona el peso de la ganadería vacuna en las emisiones de metano se omiten varios aspectos que moderan su importancia: a) el metano no es únicamente emitido por el proceso de fermentación entérica, sino también por otras fuentes muy importantes, como los suelos de arrocera inundados, el derretimiento de suelos permafrost (por ejemplo, en la tundra siberiana), o las fugas fugitivas de tuberías de gas; y b) se omite considerar la compensación de carbono por el posible secuestro de carbono en los suelos en magnitudes que varían en función del tipo de suelo, los aportes y pérdidas de carbono. Este potencial de secuestro de carbono puede llegar hasta una tonelada de carbono por hectárea por año, según un reciente estudio hecho por la FAO. A la hora de defender nuestros mercados y exportaciones, donde la carne argentina es una “marca país” debieran considerarse estos aspectos en su totalidad. No solo lo que emiten las vacas”.

Organismos de ciencia y técnica y universidades nacionales que han participado de la elaboración del informe

-Estación Experimental Agropecuaria INTA Anguil, La Pampa.
-Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires – Instituto de Investigaciones en Producción Animal (INPA) – CONICET.
-Alianza del Pastizal, Aves Argentinas. Instituto de Ciencias Sociales y Administración, Universidad Nacional Arturo Jauretche.
-Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional de Mar del Plata.
-Facultad de Cs Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
-Instituto de Investigación Animal del Chaco Semiárido (IIACS) – CIAP – INTA. Tucumán.
-IFEVA, Facultad de Agronomía, CONICET/Universidad de Buenos Aires.
-INTA EEA Manfredi.
-Instituto Tecnológico de Chascomús (INTECH). CONICET. Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
-Fac. de Ciencias Económicas-UBA/CONICET.
-INTA y Universidad Nacional Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA).
-Fac. de Ciencias Veterinarias de Tandil, UE CIVETAN. (Conicet/UNCPBA/CIC).
-Universidad Nacional del Sur. Economía y Costos Agropecuarios.
-Universidad Nacional de La Pampa.
-Universidad Nacional del Sur – Departamento de Ciencias de la Administración.
-Centro Carnes del INTI.
-DBBE (FCEyN; UBA); IEGEBA (UBA-CONICET).
-Facultad de Agronomía de la UBA – FAU-BA. Técnico. I+D – CREA. RedBPA. Mesa Argentina de Carnes Sustentables
-AISA-IIACS-CIAP-EEA Salta
-Cátedra Ecología e IFEVA, Facultad de Agronomía, Univ. Buenos Aires y CONICET.
-Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Veterinarias.
-Instituto Nacional de Limnología (INALI, UNL-CONICET).
-Estación Experimental Agropecuaria Catamarca. Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
-Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental-IIIA, UNSAM, CONICET, 3iA.
-Universidad Austral, Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria, Asesor de empresas y organizaciones privadas.
-INTA Balcarce-Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP)-IPADS.
-Universidad Nacional de Córdoba, Facultad de Ciencias Agropecuarias, Departamento de Producción Animal.
-Instituto de Innovación para la Producción Agropecuaria y el Desarrollo Sustentable INTA – CONICET
-Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNCPBA.
-Instituto Tecnológico de Chascomús (INTECH). Investigador Superior CONICET. UNSAM.
-Instituto de Suelos del INTA.
-INTA/CONICET Instituto de Clima y Agua, INTA Castelar. FAUBA
-INGE-BI-CONICET. Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular “Dr Héctor Maldonado”, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Universidad de Buenos Aires
FAUBA.
-Gerente de Seguridad, Higiene y Medio Ambiente en Frigorífico ArreBeef.
-Facultad de Bromatología UNER.

Por Sergio Patrone Firma Paz

https://www.conicet.gov.ar/carne-argentina-carne-sustentable-un-informe-que-releva-el-nivel-de-la-sustentabilidad-actual-de-la-ganaderia-argentina/

 

Presentación de la App para fenilcetonuria «MiPKU»

Se presentó “Mi PKU”, una aplicación que sirve para controlar la Fenilcetonuria.

Con su uso mejora la calidad de vida del paciente y fue llevada adelante por iniciativa de la Red de Seguridad Alimentaria del CONICET.

Por iniciativa de la Red de Seguridad Alimentaria (RSA) del CONICET, se desarrolló la aplicación “Mi PKU”. Dicha app diseñada para celulares permite a las personas que tienen la enfermedad metabólica Fenilcetonuria (afecta a uno de cada 13 mil nacidos) realizar de forma simple los cálculos diarios de consumo de alimentos ya que quienes poseen esta afección necesitan seguir una dieta que limite la fenilalanina -un aminoácido presente en casi todos los alimentos, sobre todo en los de origen animal-. La aplicación es de acceso gratuito (disponible en Google Play) y es la primera en su tipo desarrollada en Latinoamérica.

Para realizar la aplicación con el rigor científico que conlleva la RSA convocó a especialistas referentes en la enfermedad que trabajaron en el diseño y desarrollo de la misma: Especialistas del Centro de Investigaciones Endocrinológicas “Dr. César Bergadá” (CEDIE, CONICET – Fundación de Endocrinología Infantil (FEI) – el Hospital de Niños “Dr. Ricardo Gutiérrez”); del Hospital de Niños de La Plata “Sor María Ludovica” y del Hospital de Pediatría “Prof. Dr. Juan P. Garrahan”.

Presentación de la aplicación “Mi PKU”

Durante la presentación, Ana Franchi, presidenta del CONICET, expresó: “Nos pone muy contentos porque es una combinación multidisciplinaria desde las ciencias médicas y la informática que puede ayudar a una situación compleja. Celebramos el encuentro entre investigadores e investigadoras, profesionales médicos e informáticos para llegar a un fin común que es una aplicación que mejora la vida de las personas afectadas por la Fenilcetonuria”.

Por su parte, Roberto Salvarezza, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, sostuvo: “Destaco este trabajo conjunto en forma articulada entre distintos actores. Desde que comenzó la pandemia hemos visto varios ejemplos que demuestran que la ciencia argentina puede articularse para resolver problemas que hacen al bienestar de los ciudadanos y de las ciudadanas”.

A su turno, Javier Pardo, coordinador de la RSA hizo una presentación de la Red, explicó el camino recorrido hasta llegar a la app, y aportó cifras significativas sobre la RSA: “En resumen desde 2015, año en que se conformó la Red hemos realizado 37 informes técnico científicos, 11 informes están en desarrollo, 18 Servicios Tecnológicos de Alto Nivel (STAN), se han conformado 46 grupos ad hoc / grupo de expertos en los cuales han trabajado más de 400 investigadores y 900 se han contactado para formar parte de la RSA”.

Luego, la Dra. Ana Chiesa, investigadora del CONICET en el CEDIE, realizó una presentación sobre la enfermedad Fenilcetonuria y sostuvo que “la dieta y la cuantificación de lo que comen los pacientes es la base para su tratamiento. Esto hace que en la vida diaria se complique porque en los casos moderados a severos de esto depende el normal desarrollo de los chicos. Hay que pensar que a los chicos hasta los 5 años le sacan sangre cada 15 días y remiten sus registros para que los médicos vean que comieron y modifiquen la indicación para los próximos 15 días. Además, al tratarse de una enfermedad de base genética en un mismo hogar puede haber más de un integrante con la enfermedad”, explicó en relación a los beneficios que tiene la aplicación frente a lo complejo del tratamiento de la enfermedad.

En relación al desarrollo de la aplicación, Chiesa sostuvo: “Quiero manifestarles mi orgullo de que esto salga del CONICET, institución a la que pertenezco y que “Mi PKU” sea una herramienta para todos”.

Experiencia y beneficios de la aplicación en pacientes y equipos médicos tratantes

La Lic. Gabriela Valle (HNRG/FEI) narró su experiencia con la app “MiPKU” en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez /Fundación Endocrinológica Infantil: “Tuvimos que consensuar que información cargábamos en la aplicación para que sea accesible a todos los pacientes. Además, consensuamos todas las tablas de composición química de los alimentos que íbamos a incorporar y agregamos los sustitutos preoteícos y alimentos hiperproteícos que los pacientes usan”.

En tanto, la Lic. Mercedes Salerno narró su experiencia con “Mi PKU” en el Hospital de Niños Sor María Ludovica de La Plata y de cuáles son los beneficios de la app para los pacientes. “Esta aplicación ha resultado una gran herramienta para los pacientes y sus familias. Refuerza el autocuidado especialmente en momentos de adolescencia donde quizás baja la adherencia a estos tratamientos que son para toda la vida y tienen sus altibajos para llevarlo a cabo. La aplicación al tener una calculadora/conversor de fenilalanina le da al paciente la independencia de saber si los alimentos son convenientes o no para su tratamiento”.

Además, Salerno trasladó la palabra de agradecimiento de sus pacientes: “Una chica de 22 años dijo que se volvió a conectar con la enfermedad porque volvió a pesar los alimentos, se dio cuenta de que se pasaba en todo lo que consumía, otro paciente dijo que no se había dado cuenta de como había deformado las proporciones y cantidades, y la mamá de una chiquita comentó que andaba con el papel y el lápiz para todos lados y que la aplicación le resulta de gran ayuda”.

En tanto, Lic. Araceli Cresta, comentó su experiencia en el Hospital Garrahan y los beneficios para el equipo de salud tratante. “Poder cambiar el registro de papel por uno digital nos aporta contar con registros alimentarios legibles y más completos porque están facilitados, esto hace que se optimice el tiempo de consulta. También facilita el canal de comunicación para el envío de estos registros. Además, nos entrega de una manera directa y a simple vista la totalización de la ingesta de fenilalanina y ver si hay cumplimiento de lo prescripto. Además, esta aplicación nos permite contar con una base de datos de manera ordenada y tabulada para la realización de trabajos de investigación y académicos”.

En representación del CITRA, la Dra. Cecilia Cross, rectora de la UMET e investigadora del CONICET en el CITRA, expresó: “Para nosotros como joven universidad y como joven Unidad Ejecutora ha sido un privilegio poder participar, hemos aprendido de las posibilidades que tiene nuestro sistema científico tecnológico para seguir desarrollándose”.

Para finalizar, Carlos Van Gelderen, director de la RSA y miembro del Directorio del CONICET, expresó: “Ha sido un placer crear esta Red que ha tenido un crecimiento geométrico y que ha atendido muchos temas, entre ellos el de la fenilcetonuria. Nosotros lo que queremos impulsar desde la modestia de la Red es el conocimiento para mejorar la calidad de vida de las personas y del país, y desde la Red tomamos una frase que sintetiza todo lo que pensamos del CONICET: ´Ciencia en tu vida´”.

La Unidad Ejecutora Centro de Innovación de los Trabajadores (CITRA), de doble dependencia CONICET-Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), funcionó como unidad de vinculación tecnológica para el desarrollo de la app. Es por eso que al tener previamente un convenio UMET con la empresa QUADION, el desarrollo de la app se realizó en conjunto entre esta empresa y la carrera de Licenciatura en Informática de la UMET.

https://www.conicet.gov.ar/desarrollan-una-app-para-controlar-una-enfermedad-metabolica-poco-frecuente/

La Seguridad Alimentaria en tiempos de pandemia

Ante la pandemia que está sufriendo el planeta producida por el coronavirus SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad COVID-19, la Red de Seguridad Alimentaria (RSA) creyó conveniente producir una serie de contenidos de comunicación con base científica sobre el riesgo y el correcto manejo de los Alimentos en relación con esta enfermedad.

 

RSA – PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE LOS ALIMENTOS Y EL COVID-19

 

Videos

¿Cómo lavar frutas y hortalizas para asegurar la eliminación del virus?

 

¿La cocción de alimentos elimina el virus?

 

¿Cómo puedo asegurarme de consumir pescado en buenas condiciones?

 

En caso de que un empleado de una planta elaboradora de alimentos sea COVID-19 positivo, ¿el alimento ahí producido está contaminado?

 

¿La enfermedad se transmite por alimentos?

 

¿Puedo enfermarme por tocar empaques de alimentos?

Alimentos: encuesta para conocer hábitos de higiene y evitar enfermedades

26 de diciembre de 2019

 

En las guarderías y las escuelas, como en lo cotidiano, los brotes de enfermedades causadas por alimentos contaminados son más frecuentes de lo pensado. Pero de eso mucho no se habla ni, tampoco, sobre cómo prevenirlas. La información se reserva a la comunidad educativa afectada, en el mejor de los casos. Ahora, con una encuesta simple y online, un equipo indaga por primera vez cuáles son los hábitos de higiene en todas las instituciones educativas, hasta la universidad.

Las preguntas están abiertas a la población que asista a alguna institución educativa: padres, alumnos, docentes, autoridades y personal.

Las respuestas servirán para ayudar al equipo de la Red de Seguridad Alimentaria (RSA) del Conicet, el Instituto Nacional de Epidemiología de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis) y la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria (ANAV) a determinar cómo se aplican medidas preventivas que van del lavado de manos a la manipulación segura de la comida.

«Esta encuesta es necesaria para conocer y dimensionar la implementación de prácticas de higiene en los distintos niveles de la formación, desde el prematernal hasta la universidad», dice Gerardo Leotta, integrante de la RSA y miembro de la ANAV.

Y agrega: «Numerosas enfermedades infecciosas se transmiten entre personas y en las instituciones educativas se debe dar garantía sanitaria y de higiene, no solo en forma teórica, como una campaña para promover el lavado de manos una semana al año, sino con la disponibilidad de los elementos necesarios para sostener el hábito en el año, y también el cumplimiento de las buenas prácticas de higiene y manipulación de alimentos en las instituciones que ofrecen alimentos».

Para responder las preguntas, en el sitio de la RSA hay que ir a «Encuesta sobre recursos disponibles para la adopción de comportamientos saludables a partir de las buenas prácticas de higiene en instituciones educativas argentinas». La participación es anónima y las preguntas están organizadas por bloques.

«Todos hemos oído de casos o hemos sufrido, con mayor o menor gravedad, enfermedades transmitidas por alimentos. Estas enfermedades tienen una incidencia relativamente alta, particularmente en los niños y los adolescentes», señala la ANAV en la convocatoria a participar de este relevamiento.

«Sea padre, madre, alumno o estudiante de cualquier nivel, su colaboración contestando la encuesta contribuirá a orientar acciones concretas que favorezcan la más amplia difusión y aplicación de las buenas prácticas de higiene -continúa la entidad-. La clave es prevenir, y cuanto más sepamos sobre el tema, mejor lo haremos».

En una primera parte, se piden la edad y el género de quien va a responder o por quién se hará, en el caso de guarderías, los jardines de infantes o la primaria. También hay que especificar el tipo de institución, que incluye secundario, terciario y universidad.

«Hay quienes podrán responder dos o tres veces porque tienen un hijo en la guardería, otro en el jardín y, además, van a la universidad porque son docentes o están cursando alguna carrera -explica Leotta-. A los pocos días de lanzar la encuesta, ya recibimos un centenar de respuestas. Necesitamos muchas más y de todo el país».

Tras completar un primer bloque de preguntas, se avanza a la información sobre infraestructura y recursos en el lugar. Si los baños están dentro o fuera del edificio, si hay agua de red o pozo, si los baños tienen canillas y si funcionan o no. O qué tipo de jabón se usa.

Lo mismo hay que hacer para responder sobre los elementos para secarse las manos: toalla de papel o tela o secador automático. Y hasta donde se cambian los pañales, cuando esté disponible: en un lugar solo para eso o está compartido con el área de juegos, un comedor u otro sector cercano.

«Este tipo de encuestas que impulsamos desde la RSA sirven para identificar factores de riesgo asociados a enfermedades que no siempre se tienen en cuenta o no se les da la debida importancia (a los factores de riesgo). Sirven para conocer la realidad de nuestro país y saber dónde conviene actuar para tener el mayor efecto en la prevención de enfermedades. La encuesta tiene un componente educativo y de toma de conciencia por parte de la población en general», indica Javier Pardo, coordinador de la red que trabaja con grupos ad hoc de especialistas e investigadores.

Las preguntas alcanzan a si en el establecimiento se preparan y sirven comidas (desayuno, almuerzo o merienda), ya sea por servicio de catering o viandas, o si se llevan de casa. A los investigadores les interesa conocer, además, si el servicio es en un comedor, un lugar adaptado (aula, SUM o patio).

Con los resultados se hará una evaluación que permitirá traducir en números los riesgos asociados a las instituciones educativas argentinas, en todos sus niveles y para el sector público y privado.

«La información generada contribuirá a orientar acciones concretas que favorezcan las mejoras de las condiciones higiénico-sanitarias del entorno educativo, la difusión y la aplicación de prácticas tendientes a conservar la salud, prevenir enfermedades infecciosas, con recomendaciones para la gestión de riesgos con base científica -agrega Leotta-. Para eso, esperamos poder interactuar con instituciones del Estado fundamentales para lograrlo, como son los ministerios de Educación, Salud, Ciencia y Tecnología».

Por: Fabiola Czubaj

LA NACIÓN

Avance: científicos argentinos desarrollaron un estudio clave para el manejo de la pesca

 

Alejandra Volpedo (en el centro) lidera un equipo de 12 personas reconocido en el mundo por su aporte al estudio de los otolitos en especies de valor comercial.

Como muchos de sus compañeros, Alejandra Volpedo decidió convertirse en bióloga bajo el influjo del célebre Jacques Cousteau. Soñaba con dedicarse a los mamíferos marinos, pero su profesor (y director del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia) José María Gallardo, que había intentado disuadirla al aconsejarle trabajar en peces, terminó cediendo. Un día, Gallardo llegó al laboratorio y le indicó: «Bueno, ya que quiere trabajar en mamíferos marinos, le traje unos estómagos de delfines llenos de otolitos (pequeños huesos del oído). Averigüe a qué especie pertenecen».

Ella no lo sabía, pero ese instante no solo iba a sellar definitivamente su destino profesional, sino que también marcaría el comienzo de una línea de investigación que la llevaría a desarrollar un conocimiento clave para el manejo de la pesca. El estudio de los otolitos permite determinar a qué stock pesquero pertenece un ejemplar, orientar a la flota, determinar la contaminación acuática y hacer la trazabilidad, entre muchas otras aplicaciones.

Hoy, el grupo de Volpedo es reconocido en el mundo por sus aportes en este campo, pero también por haber desarrollado una técnica de bajo costo para reemplazar equipamiento inexistente en el país y en la región.

Como si fuera un pasaporte, los otolitos guardan el registro de en qué aguas nadó el pez en las líneas que se depositan durante su crecimiento. Fuente: LA NACION

«Los otolitos son pequeñas estructuras de carbonato de calcio (que pueden ser chiquititas como la cabeza de un alfiler o medir hasta alrededor de un centímetro y medio) ubicadas en el oído interno de los peces -explica la especialista, que lidera un equipo del Centro de Estudios Transdisciplinarios del Agua en la Facultad de Veterinaria de la UBA-. Son el órgano llamado ‘vestibular’ o del equilibrio, y le informan al cerebro si el pez está nadando hacia arriba, hacia abajo u horizontalmente».

Como si fueran dientes, a medida que los otolitos van creciendo y se va depositando el carbonato de calcio, también lo hacen trazas de elementos del agua en la que los peces viven. Cuando se los corta transversalmente, se ven «anillos de crecimiento» similares a los de los árboles. «Así, uno puede conocer el ambiente en el que estuvo el individuo en cada momento de su vida, hasta que uno lo pesca -detalla-. Nosotros los llamamos ‘la caja negra’ de los peces».

Durante su doctorado, Alejandra estudió la morfometría de estas estructuras en las corvinas del Atlántico y del Pacífico, una especie de importancia comercial, para ver si se podía deducir de ellas los stocks pesqueros; es decir, los grupos que se puede comercializar.

Conocimiento vital

«Separar los stocks pesqueros es lo que permite manejar el recurso -destaca la científica-. Por ejemplo, antes se pensaba que la corvina formaba un solo stock; si no había más a la altura de Mar del Plata, se mandaba la flota al río Salado. Con el trabajo que hice hace casi tres décadas, pude descubrir que en la provincia de Buenos Aires hay dos: uno en la bahía de Samborombón y otro en la bahía San Blas, cerca de Bahía Blanca. Cada uno tiene integridad genética (se reproducen entre ellos). A partir de ahí, en lugar de mandar la flota al Salado, donde estaba el mismo stock pesquero, empezaron a mandarla al sur. Se puede dividir el esfuerzo de la flota y se evita sobreexplotar el recurso».

Hace unos años, la investigación de los otolitos dio un gran salto en el mundo. Empezó a comprobarse que la química era mucho más importante que la morfometría. Para poder incursionar en ese terreno, Volpedo y su grupo tuvieron que poner en juego su creatividad para reemplazar recursos costosos, como un equipamiento láser que permite estudiar estas estructuras. «Tuvimos que ingeniárnoslas -cuenta- y aplicar técnicas que se usan en geología, por ejemplo. En lugar de ablacionarlos con láser obtenemos las muestras con un torno ‘dremel’ (como los que se emplean en pedicuría). También desarrollamos técnicas de micropulido, que permitieron a países sin acceso a los aparatos más caros implementar estos métodos para estudiar sus propios stocks».

La pericia de los científicos argentinos es tal que reciben invitaciones de países como España, Brasil y Estados Unidos para que colaboren con ellos en la interpretación de los datos que obtienen. A cambio, les ceden el uso gratuito de los equipos (cuyos servicios se cobran entre 700 y 1000 dólares por muestra), incluso de instrumentos novísimos que todavía no están en el mercado.

Para Carlos van Gelderen, integrante del directorio del Conicet, «al identificar stocks pesqueros y áreas de cría de diferentes especies, la investigación liderada por Alejandra Volpedo, que forma parte del consejo directivo de la Red de Seguridad Alimentaria, es de fundamental importancia para realizar una captura racional, que evite la sobrepesca. En particular, desde el punto de vista del conocimiento de los desplazamientos de peces, particularmente en la reconstrucción de los patrones de migración. Esto contribuye a la seguridad alimentaria del planeta, al brindar información técnico-científica a las empresas pesqueras para que realicen su actividad en forma sustentable y con el menor nivel de contaminación de los mares».

Van Gelderen agrega que sería importante completar el equipamiento necesario para realizar todos los estudios en el país, determinar stocks de especies comerciales y contribuir a la implementación de políticas públicas con sólida base científica.

«Cuando me puse a trabajar aquel día en el laboratorio -concluye Volpedo-, no se sabía cuál era la dieta de los delfines. Me encontré con los otolitos, me fascinaron los peces y, al final, de mamífero marino lo único que tuve en mis manos fue un estómago».

Por: Nora Bär

LA NACIÓN

26 de diciembre de 2019

La Red de Seguridad Alimentaria realizó un “Taller sobre Análisis de Riesgo”

El 24 de septiembre de 2019 se llevó a cabo el Taller sobre evaluación, gestión y comunicación del riesgo en el Centro Cultural de la Ciencia.

Con el objetivo de continuar fortaleciendo las capacidades del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en la temática, se presentaron los avances sobre “evaluación de riesgo” y se abordaron, por primera vez, los tres pilares del análisis de riesgo: evaluación, gestión y comunicación.

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La apertura estuvo a cargo del director de la Red de Seguridad Alimentaria (RSA), Carlos Van Gelderen, que es también miembro del Directorio del CONICET, hizo una breve reseña de los cuatro años de la Red, sus logros e interacción entre ciencia y gestión.

“Durante el taller presentamos gran parte de los informes que realizó la Red en materia de seguridad alimentaria. En este taller, se expusieron casos asociados a la carne bovina, al queso artesanal, al sábalo (un recurso pesquero controversial) y distintos estudios de caso al respecto de componentes de la base de la dieta de los argentinos”, explicó la Dra. en Ciencias Biológicas, Alejandra Volpedo, investigadora independiente del CONICET, Directora del Instituto de Investigaciones en Producción Animal (INPA, CONICET-UBA) y miembro de la RSA del CONICET, quien expuso sobre la evaluación de riesgos toxicológicos en población humana, por consumo de sábalo.

Luego, durante su presentación el Dr. Marcelo Signorini, investigador independiente del CONICET en la Estación Experimental Agropecuaria Rafaela del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y miembro del Comité Directivo de la RSA, señaló: “El análisis de riesgo es una estrategia que se utiliza para fundamentar científicamente acciones de gestión del riesgo, en este caso, en materia de seguridad alimentaria. Consta de 3 etapas: la evaluación del riesgo, la gestión y la comunicación del riesgo. Este es un taller que busca agrupar en un solo día los 3 elementos”. A su vez, presentó la evaluación de riesgos de producción de quesos artesanales con leche bovina y caprina.

Consultados por los alcances de la RSA, Signorini manifestó que: “Es una Red que busca interactuar con todos los investigadores del sistema ciencia y técnica del país, no solamente del CONICET, sino también INTA, INTI, CONEA y las universidades nacionales que estén vinculadas directa o indirectamente con la seguridad alimentaria”.

Por su parte, Volpedo hizo hincapié en que “lo que nos aboca, lo que nos concentra y nos focaliza básicamente es dar respuestas concretas a problemas que tiene la población respecto a la seguridad alimentaria”.

El taller contó con la participación de la Dra. Victoria Brusa (RSA-CONICET, Instituto de Genética Veterinaria “Ing. Fernando Noel Dulout” (IGEVET, CONICET-UNLP) quien disertó sobre los avances de la evaluación de riesgo de Síndrome Urémico Hemolítico asociado al consumo de carne bovina.

Además, contó con la presencia de dos disertantes extranjeros, el Dr. Norman Bennett, Gerente de Inocuidad Alimentaria del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay, quien expuso sobre gestión basada en riesgo y Nuri Gras de Chile, quien compartió su experiencia sobre comunicación del riesgo.

https://www.conicet.gov.ar/la-red-de-seguridad-alimentaria-realizo-un-taller-sobre-analisis-de-riesgo/

 

Se presentó la Red de Seguridad Alimentaria en Neuquén

El ministro de Producción e Industria, Facundo López Raggi -acompañado por técnicos de la cartera a su cargo- participó de la jornada destinada a presentar la Red de Seguridad Alimentaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), dependiente del ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Nación. La actividad se realizó en la sede del Centro de Investigación y Asistencia Técnica a la Industria (Ciati), que integra dicha red.

López Raggi destacó que “esta Red de Seguridad Alimentaria es una herramienta que ha diseñado el Conicet vinculada principalmente a lo que es el conocimiento en general en temas de seguridad alimentaria, en el concepto amplio”.

Consideró que este tema “es muy importante en nuestro país, no sólo en términos de exportación de productos agroalimentarios y alimentarios al mundo, sino también para el consumo interno y los requerimientos cada vez más exigentes de los consumidores por saber lo que comen y conocer la trazabilidad de los productos”.

Destacó que desde la Red “están trabajando conceptualmente bajo la metodología de análisis de riesgo para prevenir situaciones que puedan afectar la inocuidad de los productos, por lo que nos parece muy interesante que el Ciati, que es parte de la red, pueda ser sede de esta presentación para que desde el Conicet expongan el trabajo que vienen realizando”.

En este sentido, aseguró que “es muy valioso para poder seguir incorporando a actores del conocimiento, vinculándolos a esta red, con el objetivo claro de obtener datos científicos sobre la inocuidad de los alimentos y que ello pueda ser utilizado para el diseño de políticas públicas”.

Indicó que desde el gobierno provincial “estamos poniéndonos en conocimiento de la red, porque nos parece absolutamente necesario el trabajo que están haciendo y esperamos poder acompañarlos en lo que sea necesario”.

Por su parte, Rodolfo Ardenghi, titular del Ciati, destacó que “es la primera vez que se hace una jornada fuera de Buenos Aires, por lo cual para nosotros es una alegría, aprovechando también nuestras instalaciones y la infraestructura analítica de nuestra sede como una herramienta que contribuye a llevar adelante los objetivos de la Red de Seguridad Alimentaria”.

El director de la Red, Carlos Van Gelderen, indicó que la misma “se creó hace unos cuatro años, con la finalidad de proveer un apoyo desde el punto de vista científico a la producción de alimentos en Argentina, ya sea para los organismos estatales provinciales o municipales, para darle sustento científico a su normativa, como también para el sistema productivo, para que pueda adecuarse a las nuevas exigencias o cuando exista algún inconveniente con inocuidad o riesgo que encuentren en la cadena, ponerles a su servicio el conocimiento científico disponible al respecto”.

Sobre la red

La Red de Seguridad Alimentaria se constituye como una entidad de alcance nacional con el objetivo de ser referente en el ámbito nacional e internacional, que contribuya a la evaluación de riesgo en el ámbito de la seguridad alimentaria. Este conocimiento permitirá definir políticas de gestión en el territorio en cooperación con autoridades nacionales y regionales, y proveer recomendaciones científicas independientes e información sobre riesgos existentes y emergentes.

Su objetivo principal es desarrollar y analizar información con base científico-tecnológica de la situación actual en materia de Seguridad Alimentaria, que sirva como base para la adopción de políticas públicas.

FUENTE: Neuquén informa. 26/06/2019

https://www.neuqueninforma.gob.ar/presentaron-la-red-de-seguridad-alimentaria-en-neuquen/

Una encuesta para conocer el riesgo de enfermar por el consumo de carne

Con la colaboración de la mayor cantidad de argentinos, un equipo del Conicet podrá determinar cómo la población prepara y consume carne y embutidos. Los resultados de la encuesta que lanzó la Red de Seguridad Alimentaria (RSA) permitirán identificar por primera vez hábitos de riesgo que elevan la posibilidad de enfermar al ingerir productos contaminados con la bacteria Escherichia coli productora de una toxina infecciosa que causa el síndrome urémico hemolítico (SUH).

Ciertas cepas de la bacteria Escherichia coli en alimentos producen un sindrome que puede ser fatal

«El objetivo es obtener información sobre hábitos de los consumidores para incluirlos en un proyecto de investigación que es una evaluación de riesgo de enfermar por SUH por el consumo de carne», explicó Gerardo Leotta, coordinador del programa Carnicerías Saludables de la RSA-Conicet y el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva). «Un objetivo simultáneo, y no menos importante, es que podremos aportar información sobre los hábitos de los consumidores para orientar las campañas de prevención por región o provincias.»

Para acceder a las preguntas hay que ir la «Encuesta sobre hábitos en el consumo de carne bovina en la Argentina». Ahí, hay que buscar la provincia de residencia y hacer clic para acceder a 15 preguntas simples, que no demandan más de cinco minutos. El único dato personal que se pregunta es la edad. Las primeras nueve preguntas son sobre el lugar de compra y consumo de cortes, carne picada o embutidos, la forma de guardado y si se los acompaña o no con vegetales.

En las seis preguntas restantes hay que elegir entre tres opciones sobre, por ejemplo, cómo se usan los utensilios de cocina y las medidas de higiene general durante la preparación. ¿La tabla para cortar vegetales y carnes es la misma? o ¿con qué frecuencia se lava? figuran entre esas consultas. La utilidad de los datos será «enorme», según coinciden desde la RSA.

«No se había hecho este tipo de estudio antes en el país y con los datos obtenidos se podrá evaluar el riesgo para la población», explicó Rodrigo Serda, que es estudiante de la licenciatura en biotecnología en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y recopilará los datos que analizará un equipo de investigadores ad hoc para la evaluación de riesgo que coordinan Leotta y Marcelo Signorini, investigador del Conicet en la Estación Agropecuaria Rafaela del INTA.

Serda también utilizará los resultados para su tesis de graduación que dirigen María Ángela Jure y Adriana Elías. «Junto con el Laboratorio de Diagnóstico de E. coli productora de toxina Shiga de la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia de la UNT, estamos ansiosos por terminar el trabajo para observar los hábitos de consumo de carne en la Argentina y si esto está teniendo una relación directa con las enfermedades que causan la mala higiene o manipulación de los alimentos de origen bovino -agregó Serda-. Para mí es una gran alegría poder formar parte de esta investigación.»

Información confiable

Para el director de la RSA, Carlos Van Gelderen, «la seguridad alimentaria como protección de la salud pública obliga a los oferentes de alimentos a ser proactivos, demostrar la calidad con documentación e información confiable. Esto implica: adecuar la legislación, reforzar los controles desde la explotación agraria hasta la mesa del consumidor y aumentar la eficacia del sistema de asesoramiento científico para garantizar un nivel elevado de salud y protección de los consumidores».

La red hace evaluaciones de riesgo a pedido de gobiernos, industrias o particulares. En este caso, la investigación parte de una solicitud formal del Ipcva. «La RSA identifica y prioriza peligros en las cadenas alimentarias y hace los análisis de riesgo correspondientes. Por esto, es imprescindible disponer de la mayor cantidad de datos que permita disminuir el grado de incertidumbre de los resultados y recopilar, además de generar, información objetiva para aportar el último conocimiento científico disponible», indicó Van Gelderen.

Una encuesta de 2014-2015 de un equipo de la Universidad de Mar del Plata y el INTA a 301 adultos, de entre 18 y 72 años, del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) había concluido que apenas el 28% conocía a la bacteria y el riesgo de enfermar. «Un consumidor informado -definieron, entonces, los autores- es un individuo que sabe que la E. coli es una bacteria, que el SUH se transmite a los seres humanos y que no lo causa el consumo excesivo de carne.»

En 2008, el ex Ministerio de Salud de la Nación publicó guías para comunicar alertas: «Una población informada tiene mayor capacidad de reaccionar y actuar sobre los riesgos que la amenazan», definió. En tanto, la OMS recomienda dar aviso a la población para «eliminar o minimizar las oportunidades de transmisión de patógenos», sobre todo si no se puede identificar o controlar el producto contaminado. Esto, en nuestro país, sigue siendo lo más común.

Por: Fabiola Czubaj

LA NACIÓN

El arsénico amenaza a las aguas argentinas: qué dicen quienes lo combaten

Al menos cuatro millones de personas viven en regiones del país donde las aguas están contaminadas con arsénico, y la llanura chaco-pampeana es la zona con más incidencia. Amplios territorios de la Pampa húmeda, sobre todo en el sur de provincias Córdoba y Santa Fe, y el norte y el sur de Buenos Aires también están alcanzados por este elemento químico.

El agua es una sustancia vital, con una fórmula química muy simple compuesta por la unión de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Aun cuando a simple vista sea transparente y cristalina, en ciertas regiones de la Argentina el arsénico la convierte en una amenaza para la salud. Millones de personas lo toman en pequeñas dosis, sin saberlo: el arsénico no tiene olor ni color. Este consumo crónico puede tener efectos devastadores: lesiones en la piel, cáncer, problemas de desarrollo, enfermedades cardiovasculares, enfermedades neurológicas, diabetes, muerte.

El arsénico es un elemento natural que se encuentra en la corteza terrestre y fluye en las aguas superficiales y subterráneas. Proviene de la disolución de minerales, la erosión, la desintegración de rocas de la era cuaternaria y la deposición atmosférica. En este tipo de contaminación, la acción humana tiene escaso protagonismo, aunque algunas actividades como la minería pueden provocar su aparición.

Para Marta Litter, doctora en química de la Universidad de Buenos Aires e investigadora Superior del CONICET en la Universidad Nacional de San Martín, “tendría que haber agua segura para todo el mundo, pero un gran porcentaje de la población de la Argentina y de muchos otros países no tiene acceso a una red de distribución de agua apta para el consumo”.

Litter es una referente a la hora de hablar del tema. Tiene decenas de trabajos publicados; entre ellos, “La problemática del arsénico en la Argentina: el HACRE” (Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico), en el que realizó una estimación que aún considera vigente acerca de la cantidad de personas en riesgo de enfermar por consumir agua que contiene este poderoso contaminante natural.

 

Litter insiste en que hay soluciones para esta problemática, y dice que debe considerarse una política de Estado, pero al mismo tiempo admite que, por la falta de información y de recursos para la investigación, el arsénico nunca deja de ser una amenaza. “En 1993”, recuerda la investigadora, “la Organización Mundial de la Salud estableció que para el consumo, la cantidad de arsénico por litro de agua no debe superar los 10 microgramos por litro. En 2007 se incorporó este requisito al Código Alimentario Argentino y se estableció un plazo de cinco años para alcanzar ese estándar de calidad del agua para consumo”.

“Sin embargo”, continúa Litter, “ese plazo no se cumplió”. En este marco, la subsecretaría de Recursos Hídricos y la secretaría de Salud de la Nación realizaron un estudio epidemiológico para relevar el acceso al agua con arsénico, conocer su vínculo con los casos de HACRE (Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico) y establecer las prioridades sanitarias. El trabajo será financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo y la licitación acaba de ser ganada por la empresa HYTSA, que comenzará a realizar la tarea.

En la Argentina, son múltiples los grupos que estudian la presencia de arsénico en las napas. Con el objetivo de aunar conocimientos y buscar posibles soluciones, la Red de Seguridad Alimentaria del CONICET convocó a investigadores e investigadoras. Coordinados por Litter, trabajaron en un relevamiento de las tecnologías disponibles para la remoción del arsénico, en una actualización del HACRE y en el establecimiento de criterios comunes en la calidad del agua. Los resultados quedaron plasmados en un documento que tuvo su corolario en un taller llevado en el Polo Científico Tecnológico en agosto de 2018.

Qué es el HACRE

La sigla HACRE abarca a un grupo de enfermedades causadas por la ingesta crónica de arsénico. Los síntomas clásicos son manos y plantas de pies rugosas, por lo que en general son detectados en principio por especialistas en dermatología. Luego avanza hacia órganos internos y puede provocar distintos tipos de cáncer o enfermedades cardiovasculares y pulmonares.

“La gente puede morir por muchas causas, pero no podemos permitir que sea por agua contaminada”, dice el médico Carlos Padial, que llegó a Clodomira, Santiago del Estero, en 1989, y comenzó a recibir pacientes con lesiones en las manos y las plantas del pie. Poco tiempo después tuvo la tarea de advertirles a los pobladores que no podían consumir el agua de la zonaAnte la resistencia de la comunidad, Padial tuvo que sumergirse en una investigación para tener pruebas a mano y confirmar sus argumentos.

“Yo venía con una experiencia de ocho años de haber trabajado en Salta en el límite con Santiago del Estero, donde había muchos pacientes que trabajaban como hacheros en Monte Quemado y que tenían lesiones compatibles con HACRE” dice Padial. “Al principio, uno piensa que son producto de su tarea habitual: el manejo de la pala, el pico, el hacha. Pero esas lesiones también aparecían en las plantas de los pies, lo que evidentemente se trataba de una hiperqueratosis palmo plantal que aparece en todos los pacientes que tienen hidroarsenicismo crónico”.

“Me decían: ‘Usted es nuevito acá, ¿cómo puede saber que nuestra agua está envenenada?’”, recuerda Padial. “Otros decían que sus abuelos habían consumido la misma agua y nunca se habían enfermado. Ante esos cuestionamientos, comencé a estudiar cada pozo e investigar el suelo”.

En 1966 se realizó una importante obra hídrica en los departamentos Banda y Robles, para construir canales destinados al riego. Eso elevó las napas freáticas  y contaminó las aguas de pozo. Con los estudios de Padial se constató que la matriz química del agua estaba contaminada con arsénico y, con pruebas de laboratorio, Padial pudo explicar a la población que si seguía bebiendo el agua de la zona iba a morir.

A raíz de la investigación de este médico rural, a partir del año 2000 se tomó el problema del arsénico en el agua como política de Estado y se aplicaron diferentes métodos de tratamiento: todos los pobladores de la zona ahora consumen agua potable.

Dónde está el arsénico

El arsénico ha tenido a lo largo del tiempo un cómplice clave: el desconocimiento. Ariel Bardach, especialista en epidemiología de la Universidad Nacional de La Plata e integrante del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria, dice que “sólo una pequeña parte de la población conoce la problemática”. Agrega que “la gente no sabe que el arsénico puede estar presente en alimentos como arroz, frutas, pescados, mariscos, carnes, aceites, leche”.

Las estadísticas señalan que entre dos y cuatro millones de personas están expuestas al agua con arsénico. “Los proveedores de agua”, agrega Bardach, “tienen un panorama más concreto porque hacen pozos y obtienen datos precisos, pero esa información es confidencial porque pueden provocar acciones legales en su contra”.

También el arsénico puede estar presente en ciertos pesticidas, en plantas de fabricación de electrónica o fundición de metales, en la industria del vidrio y la cerámica. En el marco de la Secretaría de Salud funciona la Dirección Nacional de Determinantes de la Salud e Investigación, que impulsa diferentes líneas de acción con el objetivo de abatir el arsénico del agua de consumo.

Buscando veneno en el Impenetrable

Simeona Verón es docente desde hace 25 años en escuelas rurales de Taco Pozo, en Santiago de Estero, y se convirtió en el nexo entre la ciencia y la gente. Ella guió a los científicos por los imposibles caminos del Impenetrable Chaqueño para que dispositivos de abatimiento del arsénico llegaran a cada rincón de la zona. Ahora resume las huellas que deja el arsénico: “Tenía alumnos cuyas sus manos eran como una lija”.

Un dispositivo potabilizador del INTI, en una escuela.

Entre 2010 y 2014, los ingenieros químicos del INTI comenzaron a recorrer la zona. “Yo los guiaba por las escuelas donde el agua tiene un porcentaje muy elevado de arsénico”, dice. “Con esas recorridas aprendí detalles de las napas y pude conocer el estado del agua. De esa forma pude tomar conciencia y hacer saber a la población que el arsénico es un enemigo oculto para la gente”.

Verón recuerda que aquellos días fueron como un curso acelerado de química y temas hídricos. Narra que los ingenieros instalaron dispositivos en cada una de las escuelas. “Fue un trabajo muy valioso: capacitaban a la gente. A partir de ahí, las escuelas comenzaron a contar con agua apta para consumo humano y los alumnos eran los primeros interesados en que su escuela tenga agua limpia. Luego ocurría que la gente iba a buscar agua para llevar a su casa”.

Verón también recuerda que llevó a los ingenieros hasta la localidad de Fuerte Esperanza, en el corazón del Impenetrable: “Allí nos reunimos con el intendente y se pudieron implementar los dispositivos en las escuelas, tras un gran trabajo de los ingenieros”.

Diego Lelli es ingeniero químico del Instituto Nacional de Tecnología Industrial y forma parte de un equipo que se ha lanzado por los territorios para limpiar las aguas. Lelli cuenta que “en primer lugar, se pide una muestra de agua a la persona que consulta, y los estudios determinan si la tecnología que tenemos es efectiva para ese caso. Nosotros aplicamos la tecnología de la coagulación filtración, y si luego de hacer los ensayos vemos que la tecnología es la más adecuada ahí se produce una intervención en el lugar. Se prueba el dispositivo ya sabiendo que funciona perfectamente”.

Lille remarca que “el dispositivo no requiere de servicios, se carga con baldes, posee un manual de uso y mantenimiento. Nosotros entregamos el dispositivo y capacitamos al usuario. Si o si es necesaria la capacitación porque los dispositivos no son automáticos y se hicieron así porque en el Impenetrable o zonas rurales no hay luz eléctrica. El usuario lo debe operar bien porque de lo contrario, no se realiza la potabilización. Si el dispositivo se usa bien tiene una efectividad total, por eso es clave la capacitación de los usuarios y tiene una capacidad para 5 personas por día”.

Alumnos del paraje Luján, en Chaco.

Además, el INTI, en un grupo liderado por Gonzalo Difeo, y en el que también participa el ingeniero Lille, fue desarrollada una planta modular con la misma tecnología que el dispositivo rural, para localidades pequeñas, con una capacidad para abastecer a una población de unos 500 habitantes por día. Esta planta necesita corriente eléctrica y se instala en zonas sin agua de red, con canillas comunitarias.

Por Roberto Giovagnoli

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Amenaza invisible: el 83% de los brotes infecciosos fue por alimentos inseguros

El dato corresponde a lo que las provincias reportaron al sistema sanitario el año pasado; la mala manipulación de productos y la procedencia desconocida, entre las principales causas.

Mientras van asomando amenazas para la salud pública que ponen a prueba el sistema sanitario, como el sarampión, la fiebre amarilla , el dengue y el hantavirus , hay un enemigo más cercano, cotidiano y que pasa más inadvertido: las enfermedades transmitidas por alimentos con virus, bacterias o parásitos dañinos para la salud.

El año pasado, el 83% de los brotes que se oficializaron en el país fueron por el consumo de agua o productos contaminados. Son 41 con más de 4000 afectados que comunicaron 12 provincias a través del sistema nacional de vigilancia sanitaria.

«Durante las 52 semanas de 2018, se notificaron 49 brotes en total, entre los que predominan aquellos de etiología [origen] infecciosa transmitida por alimentos (triquinosis, salmonelosis, shigellosis, brucelosis, etc.) durante todo el año», aclaró la Secretaría de Salud de la Nación en la edición ampliada del Boletín Integrado de Vigilancia (BIV).

Desde 2007, los brotes son de notificación obligatoria, pero recién en 2015 empezaron a incluirse con escaso nivel de información en el BIV, un informe que resume el alcance de las enfermedades que los equipos de salud deben notificar por su relevancia epidemiológica. Es la primera vez que uno de esos informes, difundido a mediados del mes pasado, destaca el impacto en salud pública de la contaminación alimentaria. Y esto aunque especialistas coinciden en que aún es alto el subregistro y la mayoría de los estudios de campo no logran dar con el origen ni el microorganismo causante. El año pasado, según los datos oficiales, enfermaron 4359 personas en los 49 brotes por distintas causas, como el hantavirus en Chubut. La mayoría (4110) fue por una intoxicación por alimentos.

«Las enfermedades de transmisión alimentaria son, por frecuencia, lo que más se ve en la atención diaria. La falta de sistematización de los reportes, como así también de las alertas, no permitían ver su alto impacto, que, a veces, está subnotificado», dijo Patricia Angeleri, directora nacional de Epidemiología y Análisis de Situación de Salud. Y agregó: «Su reporte es importante porque es la forma en la que los equipos de salud pueden responder con acciones de control que estamos implementando».

Riesgos

La mayoría de estas amenazas microscópicas que se lograron identificar en muestras de pacientes o alimentos fueron enterobacterias, como salmonella, Escherichia coli, brucella, Trichinella spiralis y shigella. Los principales motivos de su diseminación son las malas prácticas de manufactura, el consumo de alimentos de procedencia desconocida, la falta de higiene de manos, el consumo de agua no apta y la incorrecta cocción o preparación de los alimentos.

«La intoxicación alimentaria es una de las causas más comunes de consulta en el sector público y privado de atención. En general, se resuelve o se autolimita sin mayores complicaciones. Pero cuando esto no ocurre o trasciende a más personas, son necesarias otras medidas de control para prevenir nuevos casos -señaló Angeleri-. Apostamos a la capacitación continua porque la intervención durante un brote excede la sistematización de los datos».

El detalle de las investigaciones provinciales indica, por ejemplo, que Salta notificó recién en diciembre un brote de fiebre paratifoidea por salmonella entérica que había comenzado en septiembre con 90 afectados. Ochenta fueron internados. «Aún no se pudo establecer la fuente del brote», se informó hace un mes.

La Ciudad notificó un brote en un restaurante. Enfermaron siete personas, de entre 35 y 70 años, por consumir alimentos contaminados con salmonella. También, durante el año, hubo un brote en el jardín de infantes de una escuela de Parque Chacabuco por E. coli productora de toxina shiga, que es la que puede causar síndrome urémico hemolítico (SUH). En un informe del estudio epidemiológico se descartó erróneamente la posibilidad de transmisión alimentaria. Se planteó, en cambio, la hipótesis de que la transmisión fuera el contacto con tierra durante una actividad escolar con plantas, cuando las vías conocidas son el consumo de carne mal cocida o de frutas y verduras contaminadas, el contacto con animales portadores de la bacteria, como puede suceder durante visitas escolares a granjas, o nadar en agua contaminada, como puede ocurrir en las colonias de vacaciones.

En Entre Ríos, dos brotes de gastroenteritis por norovirus afectaron a 2254 personas. En el primero, «se halló una relación estadísticamente significativa entre el consumo de agua de red y la presencia de vómitos y diarrea, aunque no se pudo determinar la fuente de transmisión que dio origen al brote», informó la provincia. En el segundo, los 62 chicos de un jardín y los adultos que los acompañaron enfermaron después de ir a una piscina recreativa.

Contaminación

Una revisión de los BIV publicados desde febrero de 2015 indica que cuando se empezaron a publicar los brotes, ese año hubo 58 reconocidos oficialmente. El 74% fue por el consumo de alimentos contaminados. La mitad se dividió entre triquinosis, SUH y otras afecciones de transmisión alimentaria. El resto se clasificó, entre otras causas, como gastroenteritis de origen desconocido.

Entre 2011 y 2015, por ejemplo, no se informó a la población sobre 39 brotes de diarrea infecciosa y SUH: cinco en jardines maternales y el resto, en familias y en la comunidad. Los responsables de hacerlo oportunamente, recién los incluyeron en octubre de 2016, tras compartirlos en una respuesta oficial ante un pedido de la FAO y la Organización Mundial de la Salud, además de su publicación en un libro en el exterior. «Consistió en una reconstrucción retrospectiva de casos relacionados (todos notificados) que se difundió para su uso en la Argentina en el momento de haberse realizado», respondieron, entonces. Uno de ellos, actualmente coordina el BIV. En los 272 boletines difundidos desde el 7 de enero de 2011 no se habían difundido, como publicó LA NACION.

Tampoco se conocen aún los resultados de la investigación de la importación de vegetales congelados de Hungría asociados con un brote de listeriosis en Europa. El año pasado, ingresaron al país más de 520.000 kg de materia prima proveniente de la planta de Greenyard.

También, entre las enfermedades gastroentéricas, el año pasado aumentó un 22,2% la notificación de casos de botulismo en bebés con respecto de 2017, con un 150% más de casos confirmados (40 versus 16). En noviembre, la Asociación Argentina de Microbiología (AAM) difundió un comunicado por una alerta del Instituto Nacional de Alimentos (INAL) de la Anmat sobre dos casos de botulismo alimentario en Avellaneda. Las personas habrían consumido matambre arrollado elaborado.

En el documento, la AAM advirtió sobre omisiones relevantes para prevenir nuevos casos en la población de esta enfermedad. La provoca la toxina que produce la bacteria Clostridium botulinum una vez en el organismo. «De acuerdo con la alerta de la Anmat, se hicieron análisis del alimento presuntamente asociado a los dos casos clínicos en el Instituto Biológico Dr. Tomas Perón, donde se detectó la presencia de la toxina botulínica, aunque no se especifica si el alimento analizado fue colectado en el hogar de los afectados o el establecimiento elaborador. Asimismo, nada se menciona en el informe sobre el estudio de los casos clínicos -señaló la entidad-. Ante una alerta de estas características, sería muy conveniente que la población conozca el resultado del estudio epidemiológico que hubiere realizado el área de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Provincia».

En el país, según la AAM, hubo 70 brotes con 242 afectados en el período 1922-1997: murieron 111 personas (45,9%), con una letalidad que va disminuyendo. «Reiteradamente, se producen en nuestro país episodios de botulismo alimentario, asociados en general [con el consumo de] productos artesanales o caseros, aunque también hubo casos por consumo de conservas de elaboración industrial», aclaró la entidad.

Otros datos con mejor registro son los de la triquinosis, una infección que causa el parásito Trichinella spiralis. Al consumir carne de cerdo o sus derivados de animales infestados, el parásito migra del intestino a la sangre e invade los músculos hasta complicar, en los casos graves, el funcionamiento del corazón, los pulmones y el sistema nervioso. Al ser de notificación obligatoria, médicos y veterinarios deben informar la aparición de casos a salud pública y sanidad animal.

El año pasado, según con los datos publicados, los casos de triquinosis aumentaron un 455,7% con respecto de 2017 (678 confirmados, comparado con 122 el año anterior). La notificación de las provincias aumentó un 98,4%. En 24 brotes en siete provincias, enfermaron 923 personas; 36 tuvieron estuvieron internadas. En julio, el exministerio de Salud de la Nación emitió una alerta sanitaria sobre los brotes de Córdoba, San Luis y Buenos Aires. ¿La causa? El consumo de chacinados caseros y productos a la venta sin control bromatológico, incluidos chorizos, salames y carne fresca de cerdo de faenas clandestinas. «Es una enfermedad conocida que se puede prevenir con el manejo sanitario adecuado e información a la comunidad», sostuvieron, entonces, desde la Red de Seguridad Alimentaria del Conicet.

Consejos para prevenir enfermedades

Mantenga la limpieza

– Lávese las manos antes de preparar alimentos y a menudo durante la preparación

– Lávese las manos después de ir al baño

– Lave y desinfecte todas las superficies y equipos usados en la preparación de alimentos

– Proteja los alimentos y las áreas de cocina de insectos, mascotas y otros animales (guarde los alimentos en recipientes cerrados)

Separe los alimentos crudos de los cocidos

– Separe siempre los alimentos crudos de los cocidos y de aquellos que estén listos para consumir

– Use equipos y utensilios diferentes (como cuchillas o tablas de cortar) para manipular carne, pollo, pescado y otros alimentos crudos

– Conserve los alimentos en recipientes separados para evitar el contacto entre crudos y cocidos

Cocine complemente

– Cocine totalmente los alimentos, especialmente carne, pollo, huevos y pescado

– Hierva los alimentos como sopas y guisos para asegurarse de que alcanzaron los 70 °C. Para carnes rojas y pollos, cuide que los jugos sean claros y no rosados. Se recomienda el uso de termómetros.

Mantenga los alimentos a temperaturas seguras

– No deje alimentos cocidos a temperatura ambiente por más de dos horas

– Refrigere lo antes posible los alimentos que fueron cocinados y los perecederos

– No guarde comida mucho tiempo, aunque sea en la heladera.

– No descongele los alimentos a temperatura ambiente

Use agua y materias primas seguras

– Use agua tratada para que sea segura

– Seleccione alimentos sanos y frescos

– Para su inocuidad, elija alimentos ya procesados, por ejemplo, leche pasteurizada

– Lave las frutas y las hortalizas, especialmente si se comen crudas

– No consuma alimentos después de su fecha de vencimiento

 

Por: Fabiola Czubaj

14 de marzo de 2019

LA NACIÓN

Lo orgánico no es ni más seguro ni más nutritivo

El director de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria alerta de las diferencias entre los riesgos reales que plantea la comida y los que percibimos los consumidores.

Bernhard Url, director de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria.

 

Tomado de: El País

La mayoría de los españoles cree que el principal riesgo de sus alimentos son los residuos de pesticidas y las sustancias químicas. Lo mismo piensan la mayoría de ciudadanos de la Unión Europea, según el último Eurobarómetro sobre el tema, publicado en 2010. Mientras, a menos de la mitad de la población le preocupa el “mayor problema alimentario que afronta Europa”: la sobreabundancia de calorías y la epidemia de obesidad que provoca, destaca Bernhard Url, director de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés). En esa lista de percepciones también aparecen abajo las intoxicaciones alimentarias, que son “el mayor peligro real” que plantean los alimentos.

Este veterinario nacido en Kapfenberg (Austria), en 1961, iba para granjero, pero acabó especializándose en seguridad de los alimentos. Desde 2014 dirige el organismo de la UE encargado de emitir estudios científicos sobre patógenos, contaminantes y otros compuestos presentes en los alimentos para que los políticos tomen decisiones basadas en evidencias. No es un trabajo fácil y a menudo se convierten en el objetivo de los ataques, como ha sucedido recientemente con el glifosato, el herbicida más utilizado del planeta. De visita en Madrid para reunirse con la ministra de Sanidad, Luisa Carcedo, Url reflexiona en esta entrevista sobre los miedos infundados y los riesgos reales que plantea la comida los alimentos en Europa.

Pregunta. ¿Qué come, qué no come y por qué?

 

«La forma en la que tratamos a los animales es un espejo de la madurez de nuestra sociedad, y desde un punto de vista ético, creo que podríamos mejorar más.»

 

Respuesta. Como de todo. No tengo ningún miedo de comer cualquier cosa porque el nivel de seguridad alimentaria en Europa es muy alto. Como cada vez menos carne porque me preocupa el bienestar animal y porque creo que es más sano. La forma en la que tratamos a los animales es un espejo de la madurez de nuestra sociedad ,y desde un punto de vista ético, creo que podríamos mejorar más.

P. ¿Se podría compaginar el consumo actual de carne con un trato más humanitario?

R. La cuestión no es si nos podemos permitir mantener el actual modelo, sino si queremos. Tendremos que alimentar a 10.000 millones de personas en el futuro próximo. Para ello hay que hacer al menos tres cosas. Una, ayudar a los países en desarrollo. Mucha producción agrícola se pierde por falta de infraestructura, logística y conocimiento. Segundo: en Europa desperdiciamos el 30% de la comida. Es un escándalo ético. Lo tercero es cambiar nuestros hábitos alimentarios. No podemos seguir consumiendo tantas proteínas animales. La producción ganadera consume demasiada energía, extensión de tierra y agua y produce demasiadas emisiones. Mi consejo es: come menos animales y más plantas. Esto sería saludable para la gente, para el planeta y para los 800 millones de personas que se van a la cama con hambre porque no tienen qué comer.

 

«En Europa desperdiciamos el 30% de la comida. Es un escándalo ético.»

 

P. ¿Puede todo el mundo acceder a esa dieta?

R. El acceso a alimentos frescos es un aspecto social clave. Es también una cuestión de desigualdad. En EE UU hay desiertos alimentarios donde es imposible encontrar alimentos frescos a cinco millas a la redonda [8 kilómetros], y a esto se suma la cuestión de si pueden pagarlos. En Europa también parece haber estos desiertos, aunque este asunto no es competencia de la EFSA y, por tanto, no tenemos datos. La fruta y verdura orgánicas cuestan más y hay gente que no puede pagarlas.

P. ¿Lo orgánico es siempre mejor?

R. En términos de seguridad no hay diferencias. En términos de nutrientes, probablemente tampoco. La agricultura orgánica tiene ventajas de sostenibilidad.

 

«Los mayores peligros son las intoxicaciones alimentarias, bacterianas y virales. Hay posiblemente millones de intoxicaciones cada año en Europa que se podrían prevenir con higiene y control.»

 

P. ¿La agricultura orgánica siempre tiene menos impacto medioambiental? Por ejemplo se usan compuestos con cobre como pesticidas que son tóxicos.

R. En general sí. La forma en la que se usa el suelo, se rotan los cultivos, es mucho más natural. El uso de cobre es un asunto en el que nos hemos interesado. Vemos problemas de contaminación por cobre para el medio ambiente y también para anfibios, aves y otros organismos. Hay que estudiarlo más.

P. ¿Cuál es el mayor problema alimentario que afrontamos en Europa?

R. El exceso de nutrientes. La obesidad. La sobrenutrición y la malnutrición en el mundo desarrollado son nuestros mayores retos.

P. ¿Deberíamos preocuparnos por el contenido de fertilizantes o productos químicos en los alimentos?

 

«¿Qué tipo de agricultura queremos? ¿Queremos pesticidas o no? Si lo hacemos, ¿dónde están los riesgos y quién se beneficia de ello? Es una discusión política. No es sobre ciencia, sino sobre valores, sobre economía. No deberíamos mezclarla con la ciencia basada en evidencias.»

 

R. En Europa, todos los aditivos deben ser evaluados antes de su aprobación. Todos los aprobados están en una lista y deben volver a ser aceptados cada 10 años después de otra evaluación. El riesgo cero no existe, pero en este campo es muy, muy bajo. Los mayores peligros son las intoxicaciones alimentarias, bacterianas y virales. Hay posiblemente millones de intoxicaciones cada año en Europa que se podrían prevenir con higiene y control. En residuos químicos, por ejemplo pesticidas, hemos desarrollado límites máximos de residuos y anualmente hacemos un informe europeo. El último indica que más del 97% de la comida está por debajo del umbral máximo. El 50% no tiene ningún residuo. Solo el 2,4% está por encima. La situación es muy buena. La única duda ahora es la posible acción combinada de productos químicos. La EFSA lleva años estudiando estos efectos aditivos. Junto a Holanda vamos a publicar los dos primeros informes de efectos combinados de residuos de pesticidas en dos órganos humanos, la glándula tiroides y el sistema nervioso. Aún estamos trabajando en ellos y en base a los resultados es posible que haya que reajustar algunos límites máximos.

 

«¿Necesitamos fresas de Suramérica, kiwis de Nueva Zelanda, todos los frutos y verduras posibles del mundo durante todo el año?»

 

P. ¿Hay plásticos en nuestra comida? ¿Cuál es su efecto en la salud?

R. Están ahí, es un hecho. Desconocemos aún si tienen un impacto toxicológico en los tejidos. El Servicio de Asesoramiento Científico de la Unión Europea está trabajando sobre una opinión que se publicará a finales de año.

P. ¿Los miedos infundados sobre la comida están aumentando?

R. Sí, hay preocupación en los ciudadanos. Piensan ¿cómo puede ser que la orina de mi hijo tenga glifosato? Nosotros les decimos: la concentración es tan baja que no hay riesgo. La gente contesta: pero yo no quiero que la orina de mis hijos tenga glifosato. Esto nos lleva a otra cuestión: ¿Qué tipo de agricultura queremos? ¿Queremos pesticidas o no? Si lo hacemos, ¿dónde están los riesgos y quién se beneficia de ello? Es una discusión política. No es sobre ciencia, sino sobre valores, sobre economía. No deberíamos mezclarla con la ciencia basada en evidencias. Además hay otro aspecto. La comida ya no se produce en el campo del vecino. Viene de Nueva Zelanda, de Chile, de Canadá. La complejidad de las cadenas de abastecimiento hacen imposible el control absoluto. No sabemos de dónde viene la comida y tenemos que confiar en una maquinaria compleja de proceso de alimentos. Al final, si queremos comer tenemos que confiar. Esto hace que la gente se sienta insegura.

P. ¿Cómo devolverles la confianza?

R. La industria ha perdido la confianza de los consumidores. La industria alimentaria también tiene un problema de reputación. Recordemos el caso de la carne de caballo, no era peligroso para la salud, pero sí un engaño. Y luego hay que preguntarse: ¿necesitamos fresas de Suramérica, kiwis de Nueva Zelanda, todos los frutos y verduras posibles del mundo durante todo el año? Tal vez podríamos volver a regionalizar la producción agraria. La regionalización tiene sellos de calidad, tratamiento animal adecuado, etcétera y la industria está intentando recuperar esa confianza a través de este tipo de sellos de garantía.

P. ¿Serán necesarios los transgénicos para dar de comer a 10.000 millones de personas?

R. Yo creo que si hacemos buenos programas para evitar las pérdidas después de las malas cosechas, evitamos el desperdicio de comida en el llamado mundo desarrollado y cambiamos nuestros hábitos alimentarios, podemos llegar muy lejos sin transgénicos. Tal vez haya aplicaciones específicas en casos de sequías o resistencia, aunque no veo su utilidad actualmente en Europa.

P. ¿Cómo evitar tirar tanta comida, especialmente los supermercados?

 

«Entre la gente que vivía en la Europa después de la Segunda Guerra Mundial la comida tenía mucho más valor, ¿por qué no lo tiene ahora?»

 

R. Es una cuestión de actitud, de hacer mejores planes y de cambiar nuestro comportamiento. En la granja donde crecí nunca se tiraba un trozo de pan. Mi madre lo veía como un pecado. Entre la gente que vivía en la Europa después de la Segunda Guerra Mundial la comida tenía mucho más valor, ¿por qué no lo tiene ahora? Se trata de educación, de hacer que la gente conozca el problema. No es que la forma en la que vivimos hoy en día haga imposible no tirar comida. Respecto a las grandes superficies, hay leyes. En Francia los supermercados están obligados a ceder los alimentos que van a caducar a bancos de comida para que se usen. No tiene sentido mandarlos a África Subsahariana, eso no funcionaría, y en Europa tenemos suficiente gente con pocos recursos. El 23% de los europeos viven al límite de la pobreza.

P. ¿Podría ser orgánica toda la agricultura europea?

R. No creo que podamos reemplazar la agricultura convencional al 100%, pero en algunos países llega al 20% y creo que incluso se podría llegar al 30%. Cuando las instituciones como hospitales o colegios empiezan a comprar orgánico, supone una gran diferencia.

P. ¿Cómo de grave es la epidemia de Xylella Fastidiosa, el ébola de los olivos?

R. Probablemente la xylella llegó a bordo de plantas de café traídas de América. Es un gran problema para los olivos en Puglia, Italia. También ha llegado a Córcega, a las Baleares a Alicante, a Madrid… Se está convirtiendo en un problema aún más grande. Esta peste tiene más de 500 plantas huéspedes y hay insectos que expanden la enfermedad. Los olivos tienen un valor muy alto, no solo económico, sino cultural, por lo que es muy difícil arrancarlos, la gente se resiste, lo que es muy comprensible desde un punto de vista humano, pero favorece la transmisión de la enfermedad. Es una consecuencia directa del comercio global. Tenemos que vigilar más en las fronteras, hacer más investigación, pero la UE ha dejado de lado la investigación en seguridad alimentaria. Esperamos que en el próximo presupuesto habrá dinero para estudios agrícolas y alimentarios.

P. ¿Qué otros patógenos son especialmente preocupantes?

 

«Mi consejo es: come menos animales y más plantas. Esto sería saludable para la gente, para el planeta y para los 800 millones de personas que se van a la cama con hambre porque no tienen qué comer.»

 

R. La peste porcina africana. Entró en la UE en 2014 y ya está en nueve países: Lituania, Letonia, Estonia, República Checa, Rumanía, Hungría, Bulgaria y Bélgica. La enfermedad saltó 1.000 kilómetros de golpe, desde los países bálticos hasta Bélgica, probablemente porque alguien tiró por la ventanilla del coche un trozo de comida contaminada y después los jabalíes se infectaron. Es un problema enorme porque la fiebre podría llegar a los países con mayores explotaciones porcinas como España, Francia, Alemania, Holanda…

P. ¿Los políticos hacen suficiente caso de las evidencias científicas?

R. En general, sí. En sus 15 años de vida, la EFSA ha publicado unas 6.000 opiniones científicas para la UE. En torno al 99,9% de todas ellas han sido tomadas en cuenta por los legisladores y gobernantes europeos. En Europa, la política basada en la evidencia es un pilar importante, especialmente en seguridad alimentaria. Pero hay motivos para la preocupación, como las vacunas. En Francia el 40% de la población piensa que las vacunas tienen un efecto tóxico, es un desastre. Pensar que la evidencia científica es una opinión más es muy peligroso. Si cuestionamos el método científico volvemos a la Edad Media.

 

«NADIE TIENE QUE TEMER EL GLIFOSATO SI SE USA BIEN»

 

P. ¿Qué se puede decir a los consumidores sobre el glifosato?

R. Se les puede decir que si se usa bien nadie tiene que temer. Hubo una discusión sobre si es cancerígeno o no. La agencia IARC de la ONU concluyó que era carcinógeno, una opinión contraria a la de EFSA. Pero todas las agencias regulatorias del mundo concluyeron lo mismo que la EFSA. Hasta el comité especial de la ONU que se ocupa de los residuos de pesticidas llegó a la misma conclusión.

P. ¿Cómo podemos estar seguros de que el glifosato se usa bien?

R. A nivel europeo se aprueba la sustancia activa, el glifosato en este caso. Después cada país aprueba el producto final, que puede ser glifosato más otros compuestos, estabilizadores, por ejemplo. Son los países miembros los que tienen la responsabilidad de estudiar estos compuestos, porque pueden resultar más peligrosos que la sustancia activa. Algunos de los efectos descritos en los estudios que analizó la IARC podían deberse a estos otros compuestos, tal y como destacamos en nuestra opinión. Por ejemplo la taloamina, que puede ser más tóxica que el glifosato. Los países tienen gran responsabilidad en este aspecto. En Francia se prohibirá la venta de glifosato a los consumidores en supermercados, por ejemplo. Si lo quieres, necesitas una licencia.

P. ¿Siente que la industria presiona a la EFSA?

R. No.

P. Pero los estudios de la EFSA los financia la industria

R. La ley europea dice que la organización que quiera que se apruebe un nuevo producto es responsable de hacer estudios que permitan a los expertos analizar su seguridad. Está también determinado el tipo de estudios que tienen que hacer, no pueden ser los que ellos quieran. En EFSA en ocasiones hacemos nuestras propias estadísticas usando los datos en bruto de la industria. Esto también se hace con los cosméticos y los fármacos, no es específico para los alimentos. Es el sistema general y creo que es muy fiable.

 

www.croplifela.org

Las revistas científicas nacionales están en el SciELO y algo más. . .

 

La Asociación Argentina de Microbiología, que este año está celebrando su 70.o aniversario, tiene a la Revista Argentina de Microbiología (RAM) como uno de sus logros más valiosos. La RAM fue creada en 1969 con el fin de difundir el desarrollo de la microbiología en el país. Desde entonces fue creciendo hasta consolidarse como una de las revistas referentes en dicho campo del conocimiento, en Argentina y Latinoamérica.

 

Las revistas científicas nacionales están en el SciELO y algo más. . .

The national scientific journals are in SciELO and more…

EDITORIAL

Gerardo A. Leotta

Editor asociado de Revista Argentina de Microbiología, Red de Seguridad Alimentaria CONICET, CABA, Argentina – gerardo.leotta@gmail.com

Disponible en Internet el  5 de mayo de 2018

«Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.» – Antonio Machado

La Asociación Argentina de Microbiología, que este año está celebrando su 70.o aniversario, tiene a la Revista Argentina de Microbiología (RAM) como uno de sus logros más valiosos. La RAM fue creada en 1969 con el fin de difundir el desarrollo de la microbiología en el país. Desde entonces fue creciendo hasta consolidarse como una de las revistas referentes en dicho campo del conocimiento, en Argentina y Latinoamérica. Es interesante realizar una breve reseña de la evolución de la RAM. En 2004 fue integrada a SciELO Argentina (Scientific Electronic Library Online), gracias a lo cual adquirió mayor visibilidad, accesibilidad y certificación internacional de calidad. En 2006 se incluyó entre las 18 revistas científicas nacionales (RCN) que conformaban el Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas (CAICYT-CONICET). En 2008, la RAM fue incluida en el Science Citation Index Expanded (SCIE), y la Dra. Predari dejó constancia del trabajo realizado por aquel Comité Editor en la nota editorial titulada «La RAM voló desde el SciELO al SCIE en su 40o aniversario»3. Desde 2013, la RAM se adecuó a los procesos editoriales de Elsevier y tanto el envío como la evaluación de los manuscritos se realizan on-line bajo la plataforma de gestión editorial de Elsevier. En 2016, el factor de impacto de la revista fue de 0,510 y, aunque todavía no fue publicado, se estima un importante aumento del correspondiente a 2017. La RAM es una de las pocas revistas científicas nacionales del ámbito de la salud incluida en la Web of Science de Clarivate Analytics (anteriormente Thomson Reuters) y con factor de impacto. SCImago Journal & Country Rank (SJR http://www.scimagojr.com/) es un portal de acceso público que incluye revistas e indicadores científicos desarrollados a partir de la información contenida en la base de datos Scopus® (Elsevier B.V.). Estos indicadores se utilizan para evaluar y analizar dominios científicos en el mundo. En Argentina son utilizados, entre otras instituciones, por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Las revistas se pueden comparar o analizar por separado y pueden ser agrupadas por área temática (dentro de 27 áreas temáticas principales), categoría temática (dentro de 313 categorías específicas) o país. Los datos de citación provienen de 21.500 títulos, bajo la órbita de más de 5.000 editores internacionales y de 239 países. En este contexto, es interesante considerar algunos conceptos tales como el índice H o «índice de Hirsch», el cual se calcula con base en la distribución de las citas que recibieron los trabajos científicos de un investigador o de aquellos publicados en una revista científica. De acuerdo a SCImago y a los datos ingresados entre 2015 y 2016, la RAM presenta un índice H de 20. En virtud del número de citas recibidas en el mismo período, la RAM se encuentra en tercer lugar del ranking de todas las áreas de RCN incluidas en SJR. Para ser más explícito, la RAM ocupa el primer lugar entre las RCN del área médica ordenadas por SJR, con 0,352 (Q3) y el segundo lugar según el valor H. Inclusive si consideramos el factor de impacto, la RAM se encuentra en primer lugar entre las RCN de las áreas de medicina, inmunología y microbiología. En la nota editorial de la RAM titulada «Las RCN van al SciELO»1, el Dr. Cataldi invitaba a preguntarnos si sirven para algo las RCN, y planteaba su inquietud acerca de qué ocurriría si estas dejaran de existir. El actual Comité Editor de la RAM coincide con la respuesta que el Dr. Cataldi dio en esa nota de hace 12 años «sería una enorme pérdida para la ciencia y la cultura argentina»: por un lado, existen problemáticas regionales que no son de interés para las revistas internacionales y, por otro, las RCN a menudo presentan novedades, es decir, identifican problemas que luego trascienden hacia una esfera científica más global, o bien contribuyen a la gestión de riesgos en el ámbito local. Un ejemplo práctico de ello es la carta al editor «Resistencia a colistina mediada por plásmido en Escherichia coli recuperadas de aves de corral sanas»2. En dicha carta, redactada en inglés y publicada por la RAM en 2017, se evidenciaba parte de una problemática de especial interés para nuestro país: el uso de antibióticos como promotores de crecimiento en la producción avícola. Luego de esta publicación, los autores pusieron sus estudios a disposición del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA). En este ejemplo se ve fortalecida la posible gestión de riesgos asociados a la resistencia antimicrobiana en la Argentina, con base en la identificación de un peligro biológico concreto y local. La definición de un peligro es el primer paso para realizar una evaluación de riesgos. En 2014, el CONICET conformó la Red de Seguridad Alimentaria (RSA; http://rsa-conicet.gob.ar/), la cual pretende ser reconocida como el organismo argentino de referencia para la evaluación de riesgos, sobre la base de conocimiento científico objetivo e independiente. Entre sus metas se incluye la interacción del CONICET con instituciones sanitarias nacionales e internacionales que gestionan los riesgos asociados a las cadenas alimentarias, con empresas productoras de alimentos y con la comunidad en general, en pos de brindar asistencia con base en la ciencia. Hace tan solo un par de años este tipo de trabajo era inédito, ya que no existían lazos interinstitucionales entre gestores y evaluadores de riesgos, lo que llevaba a tomar algunas decisiones basadas en «percepción de riesgos», sin un análisis previo con fundamento científico. Actualmente, la RSA representa al CONICET y al Ministerio de Ciencia y Tecnología de la nación en la Comisión Nacional de Alimentos (CONAL) y tiene el objetivo de brindar apoyo científico a quienes gestionan riesgos en materia de seguridad alimentaria en el país. En este contexto, es fundamental conocer y dimensionar los problemas de Argentina y, por ello, es necesario considerar la información generada en nuestro país. Sin dudas, las RCN cobran un alto valor en este sentido, ya que en ellas se vuelca parte del conocimiento generado. Asimismo, es interesante considerar la eventual publicación de las evaluaciones de riesgos desarrolladas desde la RSA en las revistas del Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas. Desde este ano˜ se explora la posibilidad de publicar en la RAM los trabajos de evaluación de riesgos biológicos realizados desde la RSA. Es más que evidente el valor y la importancia que tienen las RCN para la Argentina. Debemos reconocer el gran estímulo que reciben por parte de instituciones como la Asociación Argentina de Microbiología y destacar que, en los últimos anos, ˜ aumentó el reconocimiento que tienen las RCN por parte de las instituciones de ciencia y técnica, como el CONICET. Por lo expuesto, reiteramos la invitación a todos los colegas del ámbito de la microbiología a publicar en la RAM 1, 3, 4.

 

REVISTA ARGENTINA DE MICROBILOGÍA – Rev Argent Microbiol. 2018; 50 (2):113—114

Bibliografía 1. Cataldi A. Las RCN van al SciELO. Rev Argent Microbiol. 2006; 38:117—8. 2. Dominguez JE, Figueroa Espinosa RA, Redondo LM, Cejas D, Gutkind GO, Chacana PA, Di Conza JA, Fernandez-Miyakawa ME. Plasmid-mediated colistin resistance in Escherichia coli recovered from healthy poultry. Rev Argent Microbiol. 2017; 49:297—8. 3. Predari SC. La RAM voló desde el SciELO al SCIE en su 40.o aniversario. Rev Argent Microbiol. 2008; 40:79—80. 4. Zawoznik M. La comunicación científica y la práctica social de la escritura. Rev Argent Microbiol. 2018; 50:1—2

https://doi.org/10.1016/j.ram.2018.04.001 0325-7541/© 2018 Asociación Argentina de Microbiología. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Este es un artículo Open Access bajo la licencia CC BY-NC-ND (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/).

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